Esta semana salió la noticia de que hemos marcado un nuevo récord en gasto en bajas laborales, es decir en prestaciones por incapacidad temporal. Antes de finalizar el año se prevé que el gasto subirá a 8.600 millones de euros, un 8,2% más que en el 2018. Las reacciones a esta noticia varían desde “normalización de la situación después de la crisis” hasta crear una plantilla de cien “médicos inspectores”.
Como siempre, pienso que la verdad está en algún lugar por en medio. Lo que sí es cierto es que el gasto es insostenible, y que curando los síntomas con una patrulla al cargo de pillar a los que están faltando al curro sin motivo justificable no se cura la enfermedad.
¿Por qué nos debería importar la noticia? Las bajas temporales muchas veces llevan a bajas alargadas o incluso permanentes. Los gastos son insostenibles tanto para el empleador como para la sociedad. Además, muchas veces se podrían prevenir creando una cultura de comunicación abierta que permite hablar de los problemas antes de que se conviertan en bajas laborales.
Las bajas laborales por estrés y ansiedad han aumentado un 38% en los últimos cinco años, y son ahora la segunda causa más común de las bajas laborales. Por lo tanto, para tratar el problema y no sus síntomas, deberíamos llegar a entender mejor por qué el trabajo nos causa tanto malestar.
Como bien sabemos, el estrés en sí no es malo sino necesario. Nos permite priorizar, estar alertos y ser eficientes. El estrés excesivo y prolongado sin embargo es peligroso y nos impide vivir y trabajar plenamente. El problema no es tener demasiado volumen de trabajo o tener tareas demasiado complicadas. El estrés que nos quita las ganas de ir al lugar de trabajo es ese que nace de un ambiente tóxico, de la sensación de falta de significado del trabajo realizado, de un conflicto de valores entre el empleado y la empresa.
Para reducir gastos de bajas laborales lo primero que una empresa debe hacer es preguntarse si sus empleados están bien: ¿Saben cuál es la estrategia de la empresa, saben cuál es su rol en su ejecución y lo encuentran relevante? ¿Existe una cultura organizacional que fomenta la curiosidad, la transparencia y la responsabilidad? ¿La gente se atreve a expresar sus errores e inquietudes?
Una cultura organizacional se puede sanear o incluso construir de nuevo en base a la estrategia y valores de la empresa. No se hace de un día para otro, sino con trabajo sistemático, paso a paso llevando a toda la comunidad laboral hacia menos bajas, mayor bienestar y mejor productividad. Este trabajo no sólo es de los superiores, sino de todos. Igual que con todo en la vida, a veces va bien pararnos y preguntarnos si lo que hacemos tiene sentido o si deberíamos responsabilizarnos de nuestra vida y del bienestar de todos.
Elisa Peltola
https://www.lavanguardia.com/economia/20190218/46529705862/seguridad-social-bajas-prestaciones-incapacidad-subsidios.html